La apuesta de Netflix por el cine ha permitido que la plataforma de streaming colabore con autores tan aclamados como Martin Scorsese, Alfonso Cuarón o Jane Campion.
Su nómina de grandes fichajes no dejará de crecer en los próximos años y una nueva prueba de ello la tenemos este mismo viernes 11 de febrero, fecha elegida por la plataforma para el lanzamiento de 'Bigbug', nuevo trabajo tras las cámaras de Jean-Pierre Jeunet.
Jeunet ya llamó la atención del público desde sus primeros trabajos codirigidos junto a Marc Caro, pero a nadie se le escapa que su película más popular es 'Amélie'. Desde entonces solamente había estrenado tres largometrajes más, el último de ellos hace ya casi una década. Eso ayuda a que se agradezca más este regreso con una excéntrica comedia de ciencia ficción en la que queda muy claro que es él quien está detrás de todo.
La rebelión de las máquinas
Si tuviera que definir 'Bigbug' en pocas palabras, diría que viene a ser un episodio de 'Black Mirror' pasado por el filtro de Jeunet, con la premisa y el universo tecnológico de la película remitiéndonos a la serie de Charlie Brooker, mientras que los personajes y el look visual difícilmente podrían venir de cualquier otro cineasta -quizá el Javier Fesser de 'El milagro de P. Tinto' sería lo más cercano que me viene a la mente-.
¿Pero qué significa exactamente eso? Pues que 'Bigbug' nos lleva a un futuro -2050 para ser más exactos- en el que la tecnología ha ganado aún más presencia e importancia en nuestras vidas, hasta el punto de que las propias máquinas se rebelan contra sus hacedores, aunque siguiendo para ello los parámetros con los que fueron creados.
La película empieza llevando su lado más satírico hasta el extremo, hasta el punto de que corre el peligro de volverse tan obvia que acabe expulsando a los espectadores menos pacientes. Por mi parte, disfruté con los pequeños detalles que definen el universo propio creado por el libreto firmado por Jeunet junto a Guillaume Laurant, colaborador habitual suyo desde los tiempos de 'La ciudad de los niños perdidos'.
Además, 'Bigbug' también sobresale por unos diseños llamativos y atractivos, especialmente evidentes en el caso de los diferentes robots que aparecen a lo largo del reparto, pero es algo que también se extiende a la casa donde transcurren casi totalidad de los hechos e incluso el vestuario y el look de los protagonistas.
Puro Jeunet
Todo eso siempre en consonancia con la obra de Jeunet, una especie de versión estilizada de 'Delicatessen' en algunos aspectos -sus personajes tampoco están lejos y, aunque manejado de otra forma, también lo claustrofóbico tiene un gran papel-, pero recurriendo a una fotografía con cierta tendencia al preciosismo de 'Amelie', pero con ese toque grotesco -aunque aligerado- que su director dio a varios de sus trabajos.
A partir de eso, Jeunet opta por potenciar la comedia casi costumbrista por encima de la ciencia ficción, pero sin dejar este género de lado en ningún momento. La cuestión es que los personajes tiran hacia lo cómico, oscilando entre lo excéntrico y lo patético, mientras el escenario siempre nos recuerda la distopía que propone 'Bigbug'.
De hecho, es ahí donde es casi inevitable que 'Black Mirror' nos venga a la cabeza, pues no falta la crítica hacia diferentes aspectos asociados al mayor uso tecnológico por parte del ser humano, hasta el punto de coquetearse con la idea de si simplemente nos hemos quedado obsoletos y que quizá las máquinas deberían tomar el control.
Sin embargo, Jeunet tiende a lo variopinto también en lo referente a las propias máquinas, ya sea por su posible deseo de sentir igual que las personas o por su exacerbada tendencia al respeto de las normas. Ahí 'Bigbug' nunca se queda corta, pero sí que se excede en algunas de las situaciones que propone.
Y es que 'Bigbug' apuesta por la hiperexpresividad -no hay más que ver el concurso televisivo que aparece en varios momentos para dejar claro que lo sutil aquí no tiene cabida-, algo lógico viniendo de quien viene, y hay momentos en los que la actitud de los personajes acaba siendo un poco batiburrillo de ideas en lo que intentan dar con algún plan para conseguir salir de esa prisión improvisada en la que se ha convertido la casa de la anfitriona.
Además, las tensiones que surgen y los cambios de actitud de algunos de los personajes acaban resultado al mismo tiempo erráticas y previsibles. Ahí el interés desfallece en algunos momentos, pero cierto suceso que lleva a pensar en un cruce entre 'Robocop' y 'Terminator' logra que todo se encarrile de nuevo. Ahí quizá hubiese agradecido algún personaje menos para acortar la duración, pero lo cierto es que tampoco sé a quién quitaría, pues todos aportan algo.
En resumidas cuentas
'Bigbug' es una película en la que Jean-Pierre Jeunet no se corta lo más mínimo a la hora de aplicar su estilo a un relato que recuerda a 'Black Mirror'. El resultado es estimulante pese a ser un poco desigual, pero sobre todo no es una propuesta idónea para todos los públicos, lo que también le permitirá tener más posibilidades de fascinar a una minoría. Y está bien que así sea.
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